Llegó y se notó. La vara estaba bajísima, pero Almiron mejoró rápidamente al equipo. La intensidad de sus entrenamientos, el pedido de tenencia, de pasar la pelota al ras del piso, la presión alta, la subida de los volantes. En fin, su estilo. Y de a poco se iba viendo algo distinto, aun cuando perdió sus primeros dos partidos ante San Lorenzo y Estudiantes.

Las dos victorias ante Racing y Colo Colo, con grandes aciertos desde lo táctico por parte del entrenador lo colocaban en una posición inmejorable para ir a la cancha de River, donde el local venía de ser goleado por 5-1 en Brasil por la Libertadores. Pero el temor pudo más. Cambió. No el esquema sino la postura en el campo de juego.

Repitió la línea de 5 del segundo tiempo en Chile con Advíncula, Roncaglia, Figal, Valentini y Barco. Pero la postura fue totalmente opuesta. Mientras que por la Copa buscó ganarlo, en el Monumental solo quiso no perder. Y casi lo logra. Pero perdió de la manera más dolorosa. En el adicional y con un penal polémico.

Nada tiene de malo defenderse. Pero su discurso cambió al primer partido decisivo que enfrentó. No es el único que lo hizo. Los últimos entrenadores de Boca siempre se sintieron menos que River (Russo, Battaglia, Ibarra) y eso es algo que hay que cambiar urgente. Respeto si. Miedo no. El que dijo que iba a salir a ganar en todos lados y que venía encontrando una forma, la cambió y lo pagó caro. Perdió el partido que no debía perder.

Ojalá sea solo un error. Un mal planteo, una mala idea. Boca no pateó al arco el domingo y sus laterales no cruzaban la mitad de cancha. Los volantes no pasaban al ataque y los delanteros estaban pensando más en defender que en atacar. Claramente un pedido del entrenador, que partió de la charla del sábado por la noche cuando confirmó el equipo.

Probablemente en los próximos compromisos veamos a un Boca agresivo y ofensivo. El partido donde había que demostrar estar a la altura ya pasó. Que sirva de aprendizaje para un DT que todavía tiene muchas materias que rendir en el Mundo Boca. Pero claro, desde dónde venimos, su tarea aun con estos errores parece ser positiva. A recuperar el rumbo anterior y que entienda que ya no dirige clubes pequeños. Ahora es el DT de Boca.