Carlos Daniel Tapia era un verdadero crack, un clásico número 10 de la década del ochenta que también supo ser campeón y brillar en Boca a comienzos de la década del noventa. Hábil, talentoso, encarador y asistidor por sobre todas las cosas, el "Chino" fue un futbolista formado en River pero claramente hecho a la medida de Boca. Su cuota de entrega, sacrificio y sobretodo, su coraje para pedir la pelota cuando la mano no venía para nada bien, le entregaron a su jugo ese plus que siempre el fanático Xeneize exige y que este valioso protagonista dentro del campo de juego, se mostraba siempre bien predispuesto a entregar.

Lo difícil que ha sido reemplazarlo cada vez que le tocó ser transferido, le permitió a este inolvidable campeón del mundo que se dió el gusto de tirar paredes con Maradona durante el Mundial de México 1986, tener un total de cuatro pasos por el club, en cada uno de ellos, dejó su sello de manera incuestionable.

Una de las tantas jornadas inolvidables que le han tocado en suerte vivir a Tapia con la camiseta azul y oro, fue la noche del miércoles 27 de Febrero de 1991, ese día el Boca del Maestro Oscar Washington Tabárez caía en La Bombonera frente al River de Daniel Alberto Passarella por 2-0 primero y por 3-1 después, sin embargo y con un segundo tiempo inolvidable, el equipo Xeneize terminó ganando el partido por 4-3 con goles anotados por Diego Latorre (2), Blas Giunta y Víctor Marchesini.

A la hora de comenzar a relatarnos lo que sintió en aquella noche inolvidable de Copa Libertadores, el futbolista que supo llegar al club en la temporada 1984 de la mano del enorme Alfredo Di Stefano nos relata: "Lo recuerdo como un partido realmente vibrante, ese día fue todo muy emocionante. Jugar un clásico de noche y más en La Bombonera, era algo realmente espectacular. Me acuerdo que ese partido lo echaron a Astrada (volante central de River) y que para mí jugar ese encuentro fue un verdadero placer. Lo tengo como uno de esos partidos contra River que más disfruté junto con otro que ganamos 2-0 en el Monumental con goles Perazzo y Graciani. Ahí empezó una racha donde llegamos a ganar muchos de estos clásicos con Tabárez frente al rival de toda la vida", asegura poniendo sobre la mesa aquellos tiempos donde comenzó a gestarse una fuerte paternidad Xeneize sobre la institución Millonaria.

Además, para profundizar esa idea en el plano personal, el "Chino"señala: "De tantos superclásicos que he jugado, tengo muchos más ganados que perdidos, por eso estos partidos siempre han sido una alegría para mí y me da mucho orgullo todo lo que pude vivir", infla el pecho con absoluta certeza en cuanto a los datos otorgados.

Lo cierto es que metiéndose imaginariamente en el túnel de los recuerdos, el querido Carlos Tapia relata: "Perdíamos 2-0 a los 11 minutos del primer tiempo pero sabíamos que teníamos un gran equipo y que quizás lo podíamos sacar adelante y así fue. Cuando Diego (Latorre) hace el 2-1 justo nos fuimos al entretiempo, ellos ya estaban con 10 jugadores y ahí nosotros salimos a jugar un segundo tiempo que fue brillante. Cuando Blas (Giunta) descuenta 3-2, me di cuenta que lo podíamos dar vuelta y así se dio", lo cuenta con total naturalidad aunque todos sabemos que remontar un resultado que te tiene dos goles abajo en un superclásico no resulta precisamente una tarea para nada sencilla.

Otro de los aspectos que recuerda y resalta Tapia de esa noche, tiene que ver con las característica de su entrenador en aquél momento: "Tabárez lo vivió con su tranquilidad de siempre, eso fue para todos nosotros algo que nos ayudó mucho. Para mí el "Maestro" fue uno de los mejores entrenadores que me tocó tener más allá de Bilardo, Pastoriza, Menotti y Lorenzo. Él era un docente, un formador, un tipo especial que en ese momento nos dijo desde su tranquilidad que podíamos revertir el partido", asegura y vaya si tenía razón el entrenador uruguayo que llegó a Boca para ser campeón un año después, en el Torneo Apertura de 1992.

Para finalizar, el ex número 10 de Boca por tanto tiempo, recuerda aquella sensación final ya con la proeza deportiva transformada en ralidad y la victoria de su equipo en el bolsillo: "Cuando sonó el pitazo final la sensación que sentí fue realmente muy linda, poder dejar afuera al clásico rival de toda la vida y de la forma que lo hicimos hizo que esa haya sido noche mágica. Ese partido quedó en la historia y los hinchas siempre lo recuerdan", y así fue, como lo señala un verdadero protagonista de esta historia, una noche que por siempre, quedará en la memoria de todos los hinchas de Boca.