Fútbol Profesional

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Como no somos los únicos, decidimos ser los mejores

En una definición infartarte, Boca se quedó con la Liga Profesional en la Bombonera con su gente.

Por: Juan Pablo Pelichia
23 de octubre de 2022

Podemos rememorar el "Boca y siempre Boca". Porque Boca va, va y fue. Se llegó hasta la última fecha, de un torneo eterno, con la chance latente de ser y lo es. Es el campeón. El equipo de Ibarra, en una definición infartarte, Boca se quedó con la Liga Profesional en la Bombonera con su gente.


No cabía mejor recibimiento para el único grande, como decía la bandera que se desplegó por todo el largo del palco de Boca. Con lluvia de papeles, globes y los últimos rayos de sol, el equipo de Ibarra salió con dientes apretados y correr sin cesar. Sin Benedetto ni Rojo dentro del equipo, pero sí alentando a sus compañeros, el once fue Rossi; Advincula, Zambrano, Figal, Fabra; Romero, Pol Fernández, Varela, Ramírez; Langoni y Vázquez. Los dirigidos por Falcioni, bien atrás, con cinco en el fondo y esperando qué hacía el Xeneize.

Con pocos espacios, pero mucha movilidad sobre todo por la izquierda, Boca intentó romper el cerrojo de Independiente, que salió a jugar el partido de su vida. Apenas un remate de Pol desde afuera del área, que desvió Álvarez fue lo único que pasó en los primeros 10 minutos. Pero las emociones estaban guardadas. Y el primer tiempo terminó siendo un clásico no apto para cardiacos.

Los detalles lo son todos, y más en momentos de altos nivel de tensión. En una salida lejana de Zambrano, Advincula volvió a toda marcha y - según Herrara y el VAR - derribó con un toque a Lucas Rodríguez. Y desde los 12 pasos, Leandro Fernández lo cambió por gol, ante el esfuerzo de Rossi que adivinó el palo pero no llegó. Y mientras en el Cilindro los hinchas de Racing festejaban el gol de su eterno rival, dos minutos después Boca empató. Con el empuje de su gente, y un tiro libre perfecto de Romero, Pol Fernández la peinó y a los 34' era 1 a 1.


El equipo de la Ribera terminó bien, pero no era suficiente, porque un gol de Racing, ponía todo en peligro. Y para el inicio del segundo tiempo, el CT mandó a Villa a la cancha. Y como cualquier buen estratega, el cambio surgió su efecto: a los 4 minutos, el colombiano marcó el segundo gol. ¡Y qué gol! Desde un tiro libre, la colgó en el ángulo donde se paró la barrera de Álvarez.


La definición del campeonato fue con clásicos cruzados y rivalidades invertidas, porque mientras Boca hacía lo propio en la Bombonera, River era juez ante Racing, que en el segundo tiempo, desde un empujón de Pinola, el equipo de Gago se puso en ventaja. Y en Brandsen 805, el Emperador rompió con la línea de cinco y salió a buscar el partido. Al igual que todo el campeonato, Rossi nos salvó. Y en una doble: primero tapó el pase atrás y en el rebote, como un arquero de Handball, le evitó el segundo tanto al Rojo. Un animal. Por algo Scaloni lo metió en la primera lista del Mundial.


Ni el mejor guionista podía coordinar tantos sentimientos encontrados en este final de película. Mientras algunos hinchas de Boca se sorprendían con el gol de River en Avellaneda, Vallejos sorprendió la defensa Xeneize y también igualó el marcador. Todavía quedaban 10 por jugarse.

Y como mencionamos, no era para apto para cardiacos. Porque desde Benedetto y Marcos Rojo con su bota a un costado del campo, todos atentos a qué pasaba en el Cilindro, porque hubo penal para Racing. Ya no parecía importar qué sucedía dentro del campo entre Boca y el Rojo, oídos, miradas, complicidades atentas en el mano a mano entre Galván y Armani. Y creer o reventar, el defensor erró su oportunidad ante las manos del arquero Millonario. Todo un delirio de una definición electrizante: a falta de 1 minuto, Borja marcó el 2 a 1 ante la Academia y automáticamente un solo estallido: "Boca de mi vida, vos sos la alegría de mi corazón".


El equipo en crisis, el que no sabe a qué juega, el que improvisó con un DT que nadie apoyó, el de las miles lesiones, el del calendario más apretado, ese Boca, ese, es el nuevo campeón. Empató el clásico ante Independiente, que en este contexto es secundario. Hizo lo que debía hacer, como declaró desde un principio Ibarra post derrota en Rosario: pasó las dos finales que debía ganar. Y por eso, por nuestra grandeza, por nuestros colores, por nuestra gente, por nuestros ídolos, por el Diego, por Román y por mucho más, somos el movimiento popular más grande del país. Por eso, como no somos los únicos, decidimos ser los mejores.

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