Carlos Bianchi elevó tan alta la vara, que la cosecha de principios de siglo, escondió bajo la alfombra lo mucho que le costaba a Boca clasificarse al torneo Continental. Solo 2 veces la jugó en la década del 90, en 1991 y 1994.

El gran problema de Boca fue que Bianchi, Riquelme y compañia no solo naturalizaron ganar la Libertadores, también salían campeones del mundo. A partir de esa época dorada, la relación entre el club y la Copa se ha vuelto prácticamente insostenible. Sin embargo, a pesar de ello, últimamente siempre ha competido.

La eliminación de La Copa Argentina le cerró la única ruta en la que dependía de sí mismo para llegar a la próxima Libertadores. Ahora deberá depender del resto, siempre y cuando sume de a 3 frente a Godoy Cruz en Mendoza. A partir de este escenario el partido del próximo domingo se ha convertido en FUNDAMENTAL.

Almirón con sus virtudes y defectos, al menos llevó a Boca a la Final de la Libertadores. Sin embargo cometió 2 errores gravísimos. El primero de ellos, poner todos los huevos en la misma canasta y descuidar la Copa de la Liga. Subestimó la clasificación a la Copa. Y el segundo fue haberse ido anteponiendo su situación por sobre la del club que lo contrató y le dio la oportunidad. Otra hubiera sido la historia con un equipo en marcha salir a buscar la clasificación.