Previo a una competencia internacional, donde un equipo debe presentarse en mitad de semana, surgen siempre las mismas preguntas ¿Está bien rotar o no? ¿Está bien dejar repentinamente debilitado al equipo que se está presentando en el torneo local y guardar a los titulares? Si uno hace la comparación entre el fútbol sudamericano y el europeo, se podría decir que el Real Madrid, el PSG, el Inter y otros tantos equipos juegan los dos torneos con los titulares, o en su defecto realizan una cantidad de cambios moderada, pero no modifican la base del grupo.

Quizás, para justificar, acá se puede decir que las distancias son mayores que en Europa. Volar de España a Italia es una hora, mientras que de Argentina a Colombia son seis. También, ir a jugar a la altura de algunas ciudades como La Paz, Quito, algún destino de Colombia o Calama no es lo mismo que hacerlo en Madrid, Londres Milán, Roma o Zurich porque son ciudades que están en el mismo nivel de altura. De todas formas ¿El jugador de alta competencia no está preparado para jugar dos o tres partidos en una semana? Yo creo que sí, más si se tiene en cuenta que muchos de estos jugadores estuvieron en el viejo continente, aunque personalmente cuidaría a los que están entre algodones, como Benedetto ahora.

Yo me pregunto ¿Fabra, Ramírez o Romero no pueden jugar? No estoy de acuerdo, hoy Boca está puntero y debe cuidar ese lugar, aprovechar el envión después de haberle ganado a River y solidificar el esquema que hace dos semanas que no juega por la fecha FIFA. Este equipo me gusta, no estoy diciendo que vaya a perder, sino que para fortalecerlo, y que tenga un rendimiento apropiado, hay que decirle no a la rotación y menos en la primera fase.

Tal vez, si uno jugase semifinales o partidos más decisivos en los que se puede llegar a quedar eliminado, ahí sí pensaría cuidar algo, pero no una rotación tan masiva como la que prevé Boca en estos momentos. Cada técnico tiene su librito, pero no veo porqué hacer tanta diferencia entre Europa y Sudamérica. Si allá pueden, acá también.

Opinión de Marcelo Lerner - Redactado por Marcos Bishop